Presidente del Consejo Andaluz de Mentores de Empresas; Experto Universitario en Mentoring por la Universidad Internacional de la Rioja; Alta Dirección AD1, por el Instituto Internacional de San Telmo; Máster en Dirección de Empresas por el Instituto de Prácticas Empresariales IPE; Máster en Dirección Comercial y Marketing, por el Instituto Madrileño de Formación IMF; Ferviente autodidacta.
Hoy día, la formación académica es absolutamente necesaria, pero no es la única fuente de conocimiento y sabiduría. Algunos genios universales fueron autodidactas, como fue el caso de Leonardo Da Vinci, quien adquirió buena parte de su formación como apasionado observador de la vida natural, aunque también contó con la ayuda e inspiración de Verrocchio, su Mentor.
De hecho, la definición del término “sabiduría” está más relacionada con la inteligencia y la experiencia propia que con la formación académica basada únicamente en la teoría. De ahí que el ansia por conseguir titulaciones académicas no haya sido una prioridad para mí, aunque sí lo ha sido y lo sigue siendo el aprendizaje continuo.
En cualquier caso, la formación sin experiencia no es suficiente, en mi caso, he sido empresario durante más de 30 años. He superado con éxito la crisis del 87, conocida como “el lunes negro”; la crisis del 93, que, aunque en el resto de Europa fue en el 92, en España gracias a las Olimpiadas de Barcelona y a la Exposición Universal de Sevilla, llegó en el 93; y la terrible crisis del 2007, que se llevó por delante entidades bancarias y, sobre todo, empresas relacionadas con el sector de la construcción, precisamente el sector donde llevaba consolidado durante 20 años con varias empresas (Promotoras, constructoras, inmobiliarias y de servicios). No obstante, mi intuición y olfato empresarial me llevó a comprender que iba a ocurrir lo que más tarde ocurrió y, dejando que el último euro lo ganara otro, en el año 2006, justo antes de que llegara la crisis, decidí salirme ordenadamente del sector, sin deber nada a nadie y sin que nadie me debiera nada a mí. Así pues, no inicié ninguna nueva promoción inmobiliaria y regalé a mis empleados tanto mi empresa como los vehículos, maquinaria, etc. y cambié mi rumbo empresarial al sector salud, donde fundé una cadena de clínicas dentales, que dirigí con éxito, y expandí por buena parte de la geografía de España, hasta que finalmente, un fondo de inversión que estaba interesado por mis empresas me realizó una oferta de compra que decidí aceptar.
A partir de ese momento, tras haber adquirido la formación y experiencia de más de 30 años en la alta dirección y, siendo reconocido por muchos como un caso de éxito empresarial, me dediqué a ejercer profesionalmente como Mentor de Empresas.